La imagen en mí.
El caso es que mis padres
no tenían cámara de fotos, tampoco tuvieron radiocasete hasta que yo cumplí los
5 años, pero esta es otra historia.
A lo que iba; sin cámara
de fotos en casa, nos hacíamos los retratos en el fotógrafo sólo en fechas
señaladas: cumpleaños, navidades… etc. La primera cámara de fotos entró en
nuestro hogar al mismo tiempo que mi hermana pequeña, en 1983.
Ni mi madre ni mi padre
tenían alguna idea de cómo se usaba ese aparato, las primeras fotos fueron un
auténtico desastre; dejaban entrar todo el sol en el objetivo o las hacían a
contraluz, cortaban cabezas, descentraban los protagonistas… un desastre. Poco
a poco fueron mejorando y descubriendo los entresijos de aquella vieja cámara.
El momento de ir a recoger las fotografías en el laboratorio de revelado era
toda una aventura llena de sorpresas.
Así las cosas, les propuse
a mis padres hacer un curso de fotografía. Lo impartía en mi escuela, en
horario extraescolar un profesor de fotografía que, además, era escalador
profesional. Aprendí muchísimo de él. Me encantaba salir a fotografiar, entrar
en el laboratorio a oscuras a hacer el revelado y que, poco a poco, fueran apareciendo
las imágenes que durante un tiempo sólo estaban en tu ojo y tu memoria. Era
mágico.
Fue mágico pero duró poco.
Mi profesor de fotografía murió en una expedición en la montaña y las clases de
fotografía se suspendieron.
Empecé el instituto, me
compré una cámara de fotos barata y empecé a disparar sin ton ni son:
excursiones, fiestas, la familia… No sé dónde está todo ese material,
seguramente en una caja de zapatos forrada con papel de regalo guardada en
algún armario de mi antigua habitación.
Continué haciendo fotos en
mi época universitaria pero no volví a hacer ningún curso más hasta que tuve 25
años. Otro profesor de fotografía, un curso más breve, sin revelado, sólo salir
a disparar. Según él tenía bueno ojo, perspectiva, que siguiera así… Pero no
seguí así.
Hice un viaje a Nueva York
y Nueva Orleans. Un escenario perfecto. Un sueño. Hice muchas fotografías,
mucha arquitectura, mucha calle, mucho coche, gente. Fue maravilloso.
Me compré una cámara
digital sencilla, la primera, en 2003. Luego una Reflex Nikon en 2009 y luego
tuve dos hijas y me dediqué a los retratos familiares, fiestas de cumpleaños
infantiles y excursiones.
Hace 5 años, más o menos,
iba a empezar un curso de fotografía, pero al final no lo hice.
Me instalé Instagram en el
móvil y empecé a hacer fotos… a lo tonto.
Hace poco he vuelto a interesarme
por las fotos y estoy empezando a valorar mi ojo.
Hace tres días puse a
cargar la batería de la Nikon.
Mañana me pongo.
Mañana me pongo.
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