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Queda't a dormir.

  --M’agradaria dormir amb tu. Una setmana després de veure’s per primera vegada, una setmana de trucades, missatges per watsapp i telegram, una setmana després d’un parell de visites sorpresa i d’un primer petó sobtat, maldestre i breu que va aconseguir humitejar les seves boques i l’entrecuix a l’instant. --Potser diràs que no, però m’agradaria molt passar la nit amb tu i no em volia quedar amb les ganes de dir-t’ho. Va posar la mà a sobre la seva cuixa i li va mirar la boca, la llengua va passejar-se pels seus llavis i es va empassar la saliva mentre girava el cap i s’apropava a la seva cara. Notava la seva respiració molt a prop i la sentia panteixar, desitjant que les seves llengües es toquessin.

La taza.

  --Sabes que no me gusta que uses mi taza. No sé por qué la has cogido. Había lavado su taza la noche anterior pensando en utilizarla a la mañana siguiente a la hora del desayuno. Se la habían regalado hacía un par de semanas y desde entonces se tomaba su café con leche en esa taza cada día. --Lo siento, no me había dado cuenta. --No darse cuenta, es eso. --No empieces, por favor. --Empezaste tú cuando cogiste mi taza. Vertió primero el café y luego añadió la leche hasta que al mezclarse formaron el color exacto que a ella le gustaba. Cada mañana igual. Desde hacía muchas mañanas. No entendía en qué momento la rutina se volvió tediosa. No sabía por qué le costava tanto reconocerse.

El tren.

El tren salía a las 9:15 así que tenía el tiempo justo. Después de dejar a las niñas en el colegio se fue corriendo a la estación. Subió de dos en dos los peldaños de la pasarela que sobrevolaba las vías del tren mientras intentaba recordar qué ropa interior llevaba puesta, si iba más o menos depilada o si se había puesto perfume. Aún no entendía cómo se estaba atreviendo a hacerlo. Llevaban hablando desde antes de las vacaciones de verano, hacía ya ocho meses, aunque lo de hablar es un decir porque todavía no sabían qué voz tenían. Se comunicaban por redes sociales infinitos mensajes de texto, muchas fotos, alguna canción… Cuando ella le dijo que tenía que asistir a una feria en Madrid se le encendió una bombillita que no tuvo manera de apagar durante días hasta que se lo propuso. ¿Cómo no le iba a parecer bien? Encontrarse, por fin, después de tantas charlas, de tantas risas… Volvió a repasar mentalmente lo que llevaba en la pequeña mochila: una muda, un cepillo de dien

La imagen en mí.

El caso es que mis padres no tenían cámara de fotos, tampoco tuvieron radiocasete hasta que yo cumplí los 5 años, pero esta es otra historia. A lo que iba; sin cámara de fotos en casa, nos hacíamos los retratos en el fotógrafo sólo en fechas señaladas: cumpleaños, navidades… etc. La primera cámara de fotos entró en nuestro hogar al mismo tiempo que mi hermana pequeña, en 1983. Ni mi madre ni mi padre tenían alguna idea de cómo se usaba ese aparato, las primeras fotos fueron un auténtico desastre; dejaban entrar todo el sol en el objetivo o las hacían a contraluz, cortaban cabezas, descentraban los protagonistas… un desastre. Poco a poco fueron mejorando y descubriendo los entresijos de aquella vieja cámara. El momento de ir a recoger las fotografías en el laboratorio de revelado era toda una aventura llena de sorpresas. Así las cosas, les propuse a mis padres hacer un curso de fotografía. Lo impartía en mi escuela, en horario extraescolar un profesor de fotografía que, adem

Sonrisas y lágrimas

Ayer por la noche estabas muy nerviosa y me lloraste dos veces. La primera vez porque querías que yo te peinara siempre, querías que no me muriera nunca para poder hacerte peinados hasta que te hicieras vieja. La segunda vez te enfadaste conmigo porque conté hasta 10 para apagar la luz de la habitación mientras colocabas todos tus muñecos en la cama. Te enfadaste tanto porque querías que contara hasta 11 y no hasta 10 y en tu enfado me dijiste que nunca más me ibas a dar besos, nunca más!  Yo me acerqué a ti y te di un beso en la mejilla que me devolviste enseguida en mi mejilla y me dijiste que tu promesa contaría a partir de mañana.  Te deseé buenas noches y te pusiste a llorar desconsoladamente porque no te había gustado nada lo que me habías dicho y te arrepentías muchísimo. Sonreí y te dije que te entendía, que no se puede prometer una cosa así porque lo más bonito del mundo es darse besos y abrazos, y nos fundimos en un abrazo inmenso y te dí mil besos de buenas noches.

Las doce tribus de Hattie

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Me estoy leyendo "Las doce tribus de Hattie" para desconectar de Dolores Redondo, cuya lectura me daba pesadillas... No quiero decir con esto que escriba mal o que su libro sea horroroso, no, lo que quiero decir es que literalmente me daba pesadillas, de esas de despertarme en mitad de la noche gritando, de esas... Al acabar el primer libro de la trilogía del Baztan y mientras decido si continúo con la saga o no, empecé a leer este libro que ya me había llamado la atención cuando lo compré para la Biblioteca. En la contraportada podemos leer: "(...) esta magnífica novela recoge la extraordinaria historia de una mujer que, en su empeño por sacar adelante a sus hijos, representa la inagotable fuerza de voluntad con que una madre es capaz de afrontar los desafíos más extremos, al tiempo que narra la huella indeleble que ese mismo ímpetu dejará, inevitablemente, en cada uno de sus descendientes. Cincuenta años después de la abolición de la esclavitud, dos millones de

Guapo, pero no para casarse

Esta mañana, en la habitación de las niñas con mi hija mayor que se está vistiendo. Ve las hojas con los villancicos que están encima de su mesa y empieza a contarme mientras yo voy recogiendo la habitación: -Mamá, ayer tenía que haber llevado las hojas de "les nadales" a la escuela. -Vaya, pensaba que eran para casa. -No, pero no pasa nada, unos cuantos niños también las olvidaron y las compartimos. P. no quería compartirlas conmigo, pero D. que es un niño muy "eixerit" y muy guapo... (Levanto la cabeza y me la quedo mirando con una sonrisa... Ella que ve cómo me sonrío me dice muerta de la risa): -... bueno, guapo, pero no para casarse, eh?"